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AL PIE DE LAS MURALLAS
- Diego Cortés,
- 9 oct 2017
- 1 Min. de lectura
Hemos ya combatido un par de lustros
bajo este muro sanguinario y pétreo;
hemos cruzado el ponto tras el rastro
de un mancillado amor que no es el nuestro.
El gran motivo que al combate arrastra
−estirpe de la reina Clitemnestra−:
una mujer con brazos de alabastro
por quien el más viril también se postra.
El viejo rey que sostuviera el cetro
−oh sino cruel− tendrá que dar el rostro;
cuando los sanguinarios lobos entren
se reunirá por fin con sus ancestros.
Semental de madera lleva dentro
al caso egregio y al escudo ilustre.
Aguardando afanosos el encuentro
espada en diestra y pica en la siniestra.
Resonarán las liras con los plectros;
remontarán los nombres a los astros
de los que luchan sin temor al centro
do portentosa lid se reconcentra.
