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Mar de tinta

¿De dónde procede todo eso, ese poder de desarraigo, de destrucción o de cambio, en las primeras palabras escritas mirando al cielo, en la soledad del cielo, palabras por sí mismas sin porvenir ni pretensión: «(el)lo– el mar»?2 Seguramente resulta satisfactorio (demasiado satisfactorio) pensar que, por el mero hecho de que algo del estilo de estas palabras «(el)lo–el mar», con la exigencia que resulta de ellas y de la cual también ellas son el resultado, se escribe, en alguna parte se inscribe la posibilidad, siquiera para una de ellas, de una transformación radical, es decir de su supresión como existencia personal. Posibilidad: nada más. No saques ninguna consecuencia de esas palabras escritas un día (que fueron o habrían sido al tiempo y asimismo otras palabras), ni siquiera de la exigencia de escribir, suponiendo que, en efecto, te hubieran encargado de ella, tal como estás persuadido y, a veces, disuadido: todo lo que podrías retener de ello no serviría más que para unificar, presuntuosamente, una existencia insignificante y (por la proposición de dicha exigencia de escritura misma) algo retirada, sin embargo, de la unidad. No esperes, si tal es tu esperanza —y hay que ponerlo en duda—, unificar tu existencia, introducir en ella, en (el) pasado, cierta coherencia por medio de la escritura que desunifica.

Maurice Blanchot (1973)

Resonancia a partir de la escritura blanchotiana:

  • El diminuto yo decide esperar -en soledad- el ocaso a orillas del mar. Imponente, aquel astro, se hunde en el horizonte. Su luz se disuelve, se refracta, cesa. En ese instante en que el sol se sumerge por completo, el diminuto yo, desnudo y desarmado, decide dar un paso más allá de la orilla. Ya las olas suspenden la firmeza de sus pasos, el viento anestesia su sangre, su piel, y la noche que todavía no es noche apaga su vista.

El diminuto yo no decide. El yo no decide, ni es ya diminuto frente al inmenso astro, frente al inmenso mar, frente al inmenso cielo.

El yo se desarma, se disgrega, se pierde, se fragmenta.

El(yo)-el mar. Se desarma, se disgrega, se pierde, se fragmenta.

El(lo)-el mar. Poder de desarraigo, destrucción, cambio.

  • No es ni día ni noche. No es sino la constelación de lo impersonal. Constelación sin sol, sin astro, sin centro. La infinitud y profundidad de un cielo que aparenta un color. ¿De qué color pintar el cielo? Claros de día. Os

curos de noche. Estallido de colores al alba y al ocaso. ¿Pero cómo pintar el cielo cuando el lienzo no es asible? ¿Dónde poder tocar el cielo? Ya no hay cielo. Hay el(lo)-el mar.

  • Se dice que al haber muerto el alma buena se va al cielo. ¿Cómo pintar el alma? Se la ha llamado intelecto, mente, espíritu, sujeto. Sea cual fuere su tinte, el mar disolverá su tonalidad. Sea cual fuere su etiqueta, se perderá en la inmensidad impersonal.

  • Flotar en el infinito espacio sideral debe de ser como flotar en el profundo mar sin fondo.

  • El mar es divisible, es plural. Puedo, yo escritor lúcido, tomar mi vaso vacío y llenarlo de agua de mar. Liberaré al mar del neutro impersonal en mi empresa heroica. Son ello(s), los vasos de mar. Me los apropié, los acumulé cual tesoros. Podría venderlos, darlos de beber…

  • De tanto vaciar el mar, quedó el vacío. El sol no estaba escondido; se había extinguido. ¿Qué quedó?

  • Bastaría fotografiar ese momento neutro, mudo, oscuro.

  • Dicen que fotografiar es escribir con luz; lo dice la palabra misma.

  • Ya sin mar, sin sol, solo, en un cielo incoloro. ¿Dónde estoy? Me busco a mí. Digo las palabras mágicas: cogito, ergo… Nada. Ni escucho mi voz, ni leo mi escritura. Acabar con el mar ha acabado conmigo. Yo me busco absurdamente a mí siendo el(lo). Mi mirada me asegurará existencia. Necesito mirarme. ¿Es acaso todo el(lo) fondo sin figura? ¿No estaré asistiendo a un espectáculo onírico del que han apagado las luces? ¿Ni tampoco seré yo el protagonista de este espectáculo?

  • Podría escribir con luz, devolverme quizás el ser... Cámara frontal, flash... He de mantener el pulso, dominar tanta ligereza.

  • ¿Fotografiarme en ese instante abisal? Mi rostro parecería el rostro de los moribundos…Y mis ojos, espejos del mar…


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