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Mensaje Editorial

El sujeto contemporáneo vive con la crisis de su tiempo y la refleja; el predominio de la razón instrumental sobre el humanismo, la visión económica de las relaciones humanas, el hedonismo exacerbado dirigido al consumo, la pérdida de la libertad frente al autoritarismo. La pobreza y la violencia manifiestan la exclusión social. Un humano cada vez más enajenado es, sin lugar a dudas, el mayor síntoma de una sociedad que desfallece  intelectual y humanísticamente. La razón y el espíritu del hombre y la mujer, que en otros tiempos eran las únicas dotes capaces de distinguirlo de los animales, se subordinan al sentido común, lo cual limita a éste a realizar sólo los deberes inmediatos que le permitan sobrevivir.

   En una época en la que el cuidado espiritual carece de importancia, languideciendo bajo el peso de concepciones dogmáticas, desde la fe irreflexiva hasta el nuevo credo cientificista, no se puede hablar de alma, y por ende tendríamos que limitarnos a contemplarnos como un sinnúmero de cuerpos que intentan relacionarse entre sí sin ni siquiera tocarse, poseídos por el miedo a realizar cualquier acción que esté en contra del estado de cosas actual.

   A diario cada uno de nosotros puede contemplar una serie de cuerpos caminando, limitados a ir de la casa al trabajo o escuela, para después regresar. Seres que escuchan, ven, leen en los diferentes medios de comunicación cómo otros seres bastante similares a ellos se descuartizan, asesinan, violan, torturan, etc., sin sentir la menor indignación ante el atropello de la vida. La sociedad contempla la muerte como un espectáculo cotidiano, vacuo, pues los medios lo presentan, a través de números, estadísticas, y lleno de morbosas imágenes y descripciones que hacen de la tragedia un chiste de mal gusto.

   Cuerpos anónimos  nace como un producto de la indignación que provoca contemplarnos como meros cuerpos, de igual modo busca darle voz a los sentimientos e ideas que nacen del descontento de todos aquellos que quieren hacer un cambio; transformar a esos seres que llenan las páginas de los diarios de nuevo en personas e inmolar sus muertes físicas e intelectuales para concientizar a nuestra generación y a las venideras con el único objetivo de romper el anonimato y la reducción material de nuestras vidas.

   Las páginas que a continuación se presentan buscan consolidar las palabras expuestas anteriormente. Los artículos propuestos son una serie de discursos—si bien con diversos enfoques académicos—que buscan precisamente ser esa primera voz en busca de otro discurso para dialogar. Dependerá del lector responder al que pregunta y propone, o ignorar estás páginas como al mendigo en la calle, viéndolas como un elemento más que forma parte del paisaje.

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