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Franz Kafka y lo moderno


Empezar a comprender la crisis de los tiempos turbulentos es una apuesta constante; ver la realidad líquida, sentir lo efímero de la vida, oler los aromas de la contradicción y hacer parte de la historia postergada de nuestra época es el reto del sujeto. Es así que, intentar hacer un análisis del discurso que constituye el pensamiento de Kafka, simboliza comprender el lenguaje, la mentalidad, la cultura, la identidad y los procesos de constitución del sujeto en su interior.

Por ello, la narrativa de Kafka responde a una posición existencial, un estilo de vida, una cultura en particular. La cual, tiene relación con los avatares de la modernidad y la representación inmersa en la escritura Kafkiana y una posición sobre el entramado entre el discurso, la praxis y la modernidad como punto crítico de enunciación histórica.

La concepción de un mundo “Moderno”, se encasilla históricamente en la polémica francesa entre los "anciens" y los "modernes", en dicho espacio polémico se constituye ideas de tipo ilustrado como lo son el progreso, el desarrollo, la sociedad civil, los derechos y deberes y el ciudadano entre otras, mostrando así, un elemento de la filosofía política del siglo XVIII, donde se considera la sociedad como “Un sistema perfectible, que se sujeta progresivamente a paradigmas más racionales de acción” (Kafka 1974).

En este sentido, la modernidad pasa a ser una categoría polisémica, la cual responde a un momento histórico y suscita una serie de elementos como: el descubrimiento del hombre como objeto de estudio, el laicismo proveniente de la separación de la fe y la razón de la cual Kafka elabora todo un análisis; el desarrollo de las ciencias de la naturaleza, los aportes desde la estética, el arte en la pintura y la forma de describir los cuerpos, lo que muestra un tipo de pintura más realista, simbólica en ciertos casos, y el interés por el conocimiento del mundo; la expansión y apertura de los canales como rutas marítimas y de comercio.

Ya en el campo cultural, la conformación de dos tipos de clases antagónicas: la burguesía y el proletariado. Así mismo, un mundo moderno – caracterizado por la visión histórica - político y económico, ya expuesto por Marx en el capital, de la misma forma la creación de las condiciones de la llamada “Acumulación Primitiva” que en términos más simples se vislumbraría en la transformación entre lo tradicional y lo moderno, la fe y la ciencia, y el paso de una sociedad agrícola a una industrial.

Por otra parte, el proceso de consolidación del capitalismo como modo de producción hegemónico, hace que se re-cree una connotación del mundo moderno desde la esfera de lo global llegando a la periferia. Lo que demuestra el proceso de lo cultural y lo humano, y cómo este se ha fragmentado por las condiciones materiales e inmateriales provenientes de los proceso de modernización y de la apuesta por imponer un proyecto de tipo mercantilista.

En este sentido, la finalidad del presente texto consiste en realizar una aproximación sobre la modernidad presente en el pensamiento de Franz Kafka, relacionándola con elementos inherentes de lo moderno como son: la identidad, la escritura y narrativa, convirtiéndose así en componentes de los procesos de la modernidad, haciendo énfasis en las metamorfosis Kafkianas que constituyen la dinámica entre el sujeto, la realidad y su enunciación histórica- política. Finalizando con la concepción del saber en Kafka y su interrelación con las dinámicas del proyecto moderno del siglo XX.


Kafka y su relación con la modernidad

Porque somos como troncos de árboles en la nieve. Aparentemente sólo están apoyados en la superficie, y con un pequeño empellón se los desplazaría. No, es imposible, porque están firmemente unidos a la tierra. Pero atención, también esto es pura apariencia (Kafka 1980:57)

Considerar a Kafka como un escritor moderno implica realizar un abordaje minucioso de sus obras, por una parte las obras kafkianas se caracterizan por ser un conjunto de ejemplos y procesos donde se enmarca la modernidad como un paradigma fundamentado en la razón. De igual manera, la posición del sujeto en la obra de Kafka se entrelaza reiteradamente con los relatos y representaciones de animales, producto en gran parte de la fragmentación, la influencia que ejerce la sociedad, y la familia en su entorno y desarrollo como sujeto (escritor).

Por ende en gran parte de sus cuentos, los protagonistas son seres que padecen una metamorfosis, originada por los sufrimientos y resentimientos que se desligan de la narrativa y los sucesos, terminando en hombres convertidos en animales de fábulas, caracterizados por un estado de pesimismo en la obra de Kafka, situando en un nivel de pesimismo- existencialista al sujeto inmerso en una sociedad decadente.

Es así como el sujeto Kafkiano de la modernidad se encuentra en un estado donde su existencia carece de fundamentación, un sujeto que deja de ser el centro del universo, y ahora se expone como un fuerte receptor de la crisis, un sujeto que sólo se deja llevar de la razón y menosprecia lo sentidos, las emociones y el afecto a la hora buscar la verdad, sumándole el sentido a la vida y su fuerte contienda con las deidades.

La narrativa de Kafka manifiesta ciertos rasgos modernos, como son la identidad en los espacios, las figuras y descripciones de los personajes centrales, la relación de los familiares con el sujeto, influyendo así en la vida de las escenas, incluso las diferencias entre exterior- interior y los estallidos psíquicos consecuencias de los estados mentales del escritor y los personajes.

Al mismo tiempo, la literatura kafkiana desarrolla un análisis valorativo del mundo no amable y burgués, igualmente del hombre moderno y su visión de superar la univocidad de la superficie, la linealidad de lo lineal, lo impensado y oculto del saber, traducido así en: “El placer y el dolor conforman esta nueva estética que traduce lo Problemático en arte” (Kafka 1977).

Tal como es manifestado por él: “Estoy separado de las cosas por un espacio vacío, a cuyos confines ni siquiera intento acercarme” (Kafka, F., Pascual, A. S., & Parra, J, 2006), sumándole la faceta de la metamorfosis en gran parte de sus escritos, ratificando: “hemos aprendido que el hombre no es, deviene: somos ante todo transformación, metamorfosis. La modernidad nos ha enseñado lo ilusorio de las creencias en formas pretendidamente sustantivas de identidad. Mirar a los demás con la mirada de un anima” (Kafka 1980).

Lo que constituye que la metamorfosis sea un elemento que caracteriza a los personajes, relacionándose implícitamente con la representación de la existencia en el sujeto moderno, que es un punto de inflexión de la crisis del ser y de la crisis del acto en ser. Sumando así, los estados y procesos mentales, asociándolos al psicoanálisis en su manera de actuar y relacionarse con diversos individuos. En donde el individuo moderno se sitúa, en un marco donde existen serias dudas con respecto a la identidad, un claro ejemplo es el caso de Gregorio Samsa o el humano que fue simio, pues el insecto fue humano. Desprendiéndose una serie de cuestionamientos como “¿Quién es Gregorio Samsa? Pasa a ser “¿Qué es Gregorio Samsa?”.

Con base a lo expuesto, encontramos en Kafka una propuesta con matices particulares, pero con una narrativa enmarcada en la universalidad del sujeto moderno, donde se puede exponer un proceso de un mundo industrial, el cual se caracteriza por el apogeo del capitalismo en sus inicios, elaborando un sujeto que es inmanente a la realidad y es resultado de las trasformaciones sociales del medio, es términos de Kafka: “La incertidumbre iniciada por la certeza de un poder fantasmagórico, extrañamente acusador, invisible por la incapacidad de saber por qué estamos condenados, qué es necesario saber de aquello que saben sobre nosotros” (Kafka 1974).


Kafka una diatriba modernamente constituida

“Franz Kafka y la modernidad”, en el cual sugiere, precisamente, el cúmulo de reflexiones que quiero presentar ahora, diciendo textualmente: “Kafka es el drama de la identidad y de la identidad buscada”. Estanislao Zuleta.

En primera instancia lo fundamental de la escritura de Kafka, se encuentra en la experimentación de sus personajes frente a las adversidades ejercidas en mayor parte por las familias y los enemigos de la tradición católica con principios universales de alta moralidad y de procedencia cultural ortodoxa. Sin olvidar, las explicaciones de Kafka al decir que todo estaba hecho y era cuestión de literatura, que lo que no fuese literatura era sumamente aburridor para su vida.

Dicha razón, se articula con la lógica de que uno de los mayores horrores de la vida era lo cotidiano, lo simplista lo estéril, como lo es: la familia, el trabajo, el hogar, la casa, el estudio rudimentario, en síntesis todo aquello que considera vacío, simple, obvio, tortuoso, melancólico, falaz, es por eso que Kafka sólo podía ver su realidad a través de la literatura.

Tal como lo escribió al sentirse impotente en su vida: No tengo memoria ni para lo que aprendo ni para lo que leo, ni para lo que vivo ni para lo que oigo, ni para las personas ni para los acontecimientos, me doy a mí mismo la impresión de que no hubiera vivido nada, de que no hubiera aprendido nada, de hecho sé de la mayoría de cosas menos que los niños de una escuela de párvulos, y lo que sé lo sé tan superficialmente que a la segunda pregunta no puedo ya responder.

Soy incapaz de pensar, al pensar tropiezo constantemente con limitaciones, aisladamente puedo coger al vuelo algunas cosas, pero en mí un pensamiento coherente y susceptible de desarrollo es completamente imposible. Tampoco sé narrar propiamente, ni siquiera sé hablar; cuando narro tengo una sensación como la que pudiera tener un niño pequeño que realiza sus primeros intentos de andar, pero no en respuesta de una necesidad propia, sino porque los adultos, la impecablemente andante familia, así lo quiere. (Kafka 1977:135)

Es así como encontramos en Kafka un sujeto moderno pues ya no se halla en su “Yo”, sino que busca caer en el mundo de la Literalidad, en un mundo donde no veía más allá de las letras y de su escritorio, un Kafka que balbuceaba, un personaje salido de la realidad de su contexto, socialmente rechazado pero en especial al escribir lo que le estaba sucediendo:

“Escribo diferente de lo que hablo, hablo diferente de lo que pienso, pienso diferente de lo que debería pensar y así sucesivamente hasta la más profunda oscuridad” (Kafka 1974:156). Terminando de manifestar su inconformidad al expresar: “No enseñes esta carta a nadie, ni la dejes a la vista. Sería mejor que la rompieras en pedazos, y que después los repartieras entre las gallinas del patio. No tengo secretos con las gallinas”. (Kafka 1977)

En últimas, en Kafka se puede considerar que su ritmo literario y su crítica es reflejo de la modernidad desbocada, viral y sin sentido que ha llevado a la mayor de las crisis, la pérdida de la condición humana, la explotación del hombre, la decadencia de la dignidad y en particular la duda entre el ser, el sujeto y el individuo en un contexto turbulento, complejo y lleno de fragilidad, propios de la realidad del sujeto latinoamericano y por qué no, de las sociedades mercantiles, patriarcales y opulentas.

El presente artículo responde a la cátedra de literatura política realizada en la Universidad del Tolima, se reconoce los comentarios críticos de la maestra Indira Enríquez Hernández y el apoyo del cuerpo académico el Léxico de la Política – Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM- México).


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